La manzana tiene, además numerosas propiedades curativas: es un óptimo digestivo; La manzana cocida ayuda a combatir la acidez de estómago. La manzana cocida con un poco de vino y azúcar actúa como laxante y refrescante para el cuerpo. Cuando uno está fatigado, basta comer una manzana para recuperar energías, debido a su alto contenido de fósforo y a la propiedad de ser asimilada en muy poco tiempo. El uso frecuente de la manzana mantiene la dentadura sana, da frescura a la tez y, como sí todo esto fuera poco, fortalece la memoria.

La manzana es buena para el corazón.

Los estudios con animales han constatado que la pectina y los polifenoles (quercetina y flavonoides, antioxidantes que se encuentran sobre todo en la piel de la manzana) mejoran el nivel de metabolismo de los lípidos y reducen la producción de moléculas inflamatorias relacionadas con el riesgo cardiaco, como es la proteína C reactiva.